lunes, 4 de febrero de 2013

¿PUEDE EL FRACASO AYUDARME A CRECER?



Desde muy pequeños hemos aprendido que si fracasamos en algo, de alguna manera somos culpables de ello. En la mayoría de las culturas los conceptos “fracaso” y “culpabilidad” son casi inseparables, es por eso que cuando somos adultos, le huimos tanto al fracaso, nos resulta muy difícil aceptarlo porque muy en nuestro interior lo hemos asociado siempre con culpabilidad e ineficiencia para enfrentarnos a la vida y sus retos.

Hablar de nuestros fracasos o aceptarlos resulta muy difícil porque lleva implícito un componente altamente emocional que toca directamente a la autoestima.

Si bien es cierto que podemos tomar medidas para evitar en la medida de lo posible la sensación de fracaso, también es una realidad que en muchas ocasiones nuestro fracaso está relacionado con hechos, personas o circunstancias externas que poco o nada tienen que ver con nuestra toma de decisiones.

¿Y cómo evitar un  posible fracaso?

Lo primero que debes tener bien claro es cuáles son tus metas, cuál es exactamente el objetivo que quieres lograr en cada uno de los ámbitos de tu vida personal, profesional o espiritual, porque son tus metas la guía que te conducirá en la toma de decisiones. En este punto me parece ideal lo que decía el desaparecido Steve Jobs: “Cada mañana me miro en el espejo y me pregunto: Si hoy fuera el último día de mi vida, ¿realmente quisiera hacer lo que voy a hacer hoy?” Tu enunciado de misión (si ya lo has establecido) puede ser una verdadera guía para tomar las decisiones adecuadas.

Una vez que has tomado una decisión, llévala a la práctica, recuerda que las grandes ideas solo funcionan si van seguidas por la acción. El movimiento será lo que mantenga en equilibrio la rueda de tu vida, así que toma decisiones bien pensadas y actúa constantemente, eso te llevará al éxito… pero eventualmente también puede llevarte al fracaso.

¿Y qué hacer si fracaso?

  1. Acepta que algo salió mal y que tuviste un intento fallido, no lo ocultes, no lo minimices, simplemente acéptalo.

  2. Reconoce tus emociones y exprésalas a ti mism@ o a alguien en quién puedas confiar: Enojo, frustración, tristeza, etc.

  3. Evalúa y corrige. Una vez que la emoción haya bajado (recuerda: cuando la emoción sube la inteligencia baja), analiza serenamente qué fue lo que pasó, cual fue la decisión que te llevó al resultado no deseado y cámbiala si aún es posible para obtener un resultado distinto.

  4.  Deja el pasado atrás: Determina cuál fue la enseñanza que te dejó esa experiencia y no te atormentes más culpabilizándote por lo que ocurrió, pues esos reproches alimentarán tu temor a tomar decisiones más adelante y pueden mantenerte paralizad@ en tu camino al éxito.

Socorro Echevarría Zapata
Consultor Empresarial
Yakana Consultores 

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